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Alberto Velasco

Publicado el 01 de Febrero de 2018

Alberto Velasco

Obra: Escenas de caza

 El teatro es un espejo de lo que está pasando, deforme, poético, con mucho humor negro, pero un espejo

 Han dicho de él que es “una de las mentes más privilegiadas con las que cuenta el teatro de este país”. Actor, director, bailarín, coreógrafo, todoterreno, Alberto Velasco tiene, además de un talento descomunal, una sensibilidad y una poética muy particulares. Cualidades que plasma en cada uno de sus trabajos sea cual sea la disciplina: “Vaca”, “Cenizas”, “En el desierto”, “Los nadadores noctur-nos”, “Cliff (Acantilado)”, “Billy Elliot” o el aplaudido “Danzad malditos”, primer proyecto de Malditos Compañía y Max 2016 a mejor espectáculo revelación. Charlamos con un Alberto que se confiesa “acojonado”, pero, sobre todo, total-mente entregado a este segundo trabajo de la compañía.   

¿Qué es “Escenas de caza”?

Es una obra de teatro fruto de un labora-torio de investigación a través de una película, “Escenas de caza en la Baja Baviera” de Peter Fleischmann. Trata sobre la persecu-ción al diferente, cómo en una sociedad hermética alguien que se ha ido a la ciudad y ha vuelto y esconde muchas incógnitas empie-za a despertar una rumorología incierta que le hace ser el saco de todos los golpes.


¿Esa es la clave?

Más que en la caza al diferente hemos hecho una reflexión sobre la responsabilidad del resto, cómo esta se diluye en ese colecti-vo y deja que sigan sucediendo cosas. Lo peor de todo es que desde que estrenamos hasta ahora están saliendo noticias que nos hacen conectar mucho con la realidad: el horror de ‘La Manada’, el caso de Diana Quer o lo que ha pasado con la cabalgata de Reyes... Son pensamientos muy arcaicos de una sociedad y los que miramos somos espectadores de una guerra que hace que no vaya con nosotros. Hasta que no nos involucremos en luchar, va a seguir pasando.


Eso asusta un poco...

Cuando compruebas cómo la realidad va tan pegada al teatro a veces asusta, sí. El teatro es un espejo de lo que está pasando, un espejo deforme, poético, en nuestro caso con mucho humor negro y mucha danza, pero un espejo al fin y al cabo.


Háblenos de la poética del montaje.

Hay una historia más lineal, trufada con muchos episodios más pictóricos e imágenes más abstractas y locas, pero luego vuelve a conectarse con ese hilo conductor que es el chivo expiatorio. La escenografía es una instalación que podría estar en un museo y cuenta cosas nada más que entras, la música es atmosférica, casi cinematográfica, los actores juegan con su voz y con su cuerpo, hay mucha poesía visual, mucha dualidad en una imagen y mucho lugar para que el espectador ponga su poética.


¿Cómo ha de acercarse ese espectador para impregnarse al cien por cien?

Totalmente abierto y sin juicios, ha de ir a vivir una experiencia. Intentamos que viva lo que está sucediendo en el escenario con nosotros y si tiene que aplaudir, que aplauda; si tiene que abuchear, que abuchee; si tiene que sentir miedo, que lo sienta y si tiene que posicionarse, que lo haga sin miedo. Como si quiere ser espectador ajeno... No queremos que tenga la obligación de hacer nada, sino que se sienta libre con nosotros y se deje impregnar por lo que cuenta la historia.


Cada noche un actor se verá sometido a esa cacería. ¿Metáfora de que no estamos libres de ser cazador y presa?

Siempre hay una cadena que seguir y todos los seres humanos somos víctimas y verdugos, siempre tenemos un lado donde recibir y un lado por el que atacamos. Es muy duro, pero si hacemos un viaje honesto por nuestra historia, es así. Lo que queremos como compañía ofrecerle al mundo es la posibilidad de la empatía: si el mundo fuese empático cien por cien y entendiésemos al otro y viviésemos y dejásemos vivir, todo sería mucho más hermoso y llegaríamos a lugares mucho más lejanos en nuestro proyecto como humanidad.


Esa empatía y ese humor son la vía de escape hacia la esperanza, ¿no?

Por supuesto. Vivimos como en una negrura, pero al ser humano lo que le hace caminar hacia delante es la esperanza y nosotros la alimentamos. El último parlamento del espectáculo es todo un canto a la esperanza, a la belleza, al futuro y a un lugar donde la verbena sea mágica y todos bailemos con todos sin importarnos como seamos.

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