Publicado el 31 de Diciembre de 2018
Entrevista a Álvaro Tato por El castigo sin venganza
Obra: El castigo sin venganza
Todo artista que encare la puesta en escena de un clásico tiene en Helena Pimenta un nuevo referente de excelencia
“Es de Lope”. Con esta expresión se ensalzaba durante el XVII todo aquello que era excelente y su calidad indiscutible. Hoy bien podríamos sustituirla por esta otra: “Es de Tato”. Y es que si en Madrid vuelve a reinar hoy, siglos después, el Fénix de los ingenios mucha culpa tiene de ello Álvaro Tato. Escritor, actor, dramaturgo, poeta, hábil con la palabra como pocos, respetuoso pero irreverente en el mejor de los sentidos con los clásicos, ha firmado algunas de las últimas y más aplaudidas versiones puestas en escena por la Compañía Nacional de Teatro Clásico y su directora Helena Pimenta. Con él charlamos de su último trabajo en esta casa.
¿Qué hace tan bien Álvaro Tato para que clásico que adapta clásico que termina ovacionado?
Tener la fortuna de formar parte de grandes equipos creativos y estar rodeado de excelentes artistas. Y trabajar los clásicos con respeto, pero sin reverencia, procurando ser el escudero invisible del autor; limpiar y pulir el texto para que brille como el día del estreno.
Visto con los ojos de Álvaro Tato, ¿qué es “El castigo sin venganza”?
Una tormenta perfecta del alma humana. Una tragedia lírica que contiene algunos de los más bellos versos del teatro universal y a la vez una tragedia humana donde no hay destino ni dioses que libren a las personas de la responsabilidad de sus actos.
¿Qué tiene de actual o qué puede enganchar al público del siglo XXI de un, a priori, drama de honor como este?
Los clásicos no son solo actuales; también son eternos porque cristalizan de una forma inolvidable los conflictos humanos que siempre nos rondan. El público del XXI, igual que el del XVII, se engancha con esta tempestad de emociones, celos, venganza, violencia, pasión, amor, deseo… Esta obra maestra de Lope es un espejo de la condición humana.
¿A qué Lope descubre uno cuando se mete de lleno en esta obra?
Al último Lope, al crepuscular genio desencantado que supo medirse y superar a su discípulo Calderón en este conmovedor “canto de cisne” de su obra dramática. Es un Lope total, arrollador, salvaje.
¿Qué hace más ilusión, una magnífica reseña de un crítico de los buenos o escuchar a una espectadora adolescente después de la función: “sales con todo el bajón pero qué movida más guapa”?
Sin duda, el patio de butacas del Teatro de la Comedia lleno cada noche, el público de todas las edades que ríe, llora y escucha con amor esta obra maestra de la cultura española, es la mayor satisfacción que puede caber a nuestra compañía. Una crítica inteligente se agradece y se lee con atención, pero el público es nuestro verdadero espejo.
¿Qué están también haciendo tan bien la CNTC y Helena Pimenta para estar conectando con el público?
Helena encara los clásicos con sabiduría, pasión, rigor y audacia. Su forma desacomplejada de comprender a los clásicos, sumado a la reapertura de la sede, las campañas escolares, las labores de la JCNTC y la apuesta por llevar nuestro repertorio a Europa y al mundo convierten su etapa en un hito inolvidable.
Este es el último suspiro de Helena al frente de la CNTC. ¿Hemos valorado su trabajo?
Ha realizado una labor de ocho años que deja una huella profunda y que invita a seguir investigando en la renovación de los clásicos desde el respeto y el conocimiento. Todo artista reciente y futuro que encare la puesta en escena de un clásico tiene ahora un nuevo referente de excelencia y compromiso.
¿Qué nos diría de ella?
Diría que es la dama duende del teatro español: quimerista, aventurera, quijotesca y siempre determinada a traspasar barreras y reinventarse.
¿Y otros proyectos entre manos?
Con Ay Teatro vamos a estrenar “Todas hieren y una mata” y sigo embarcado en los proyectos de Ron Lalá y de la CNTC. No paro. Y soy feliz.