Publicado el 30 de Abril de 2019
Entrevista a Benjamín Prado por La hija del aire
Obra: La hija del aire
Espero que mi versión, que ha supuesto una reescritura integral del original adaptando el verso a nuestros días y limpiándolo de retórica, esté a la altura y facilite la comprensión de este drama inolvidable
Ampliamente reconocido como uno de los grandes escritores de nuestro tiempo, su obra ha sido traducida y publicada en una veintena de países. Autor de novelas como “Raro” o “Los treinta apellidos” y ensayos como “Siete maneras de decir manzana”, ha destacado en el ámbito de la poesía siendo incluido en la denominada Generación del 99. ¿Una curiosidad? Ha coescrito buena parte de la disco-grafía de Joaquín Sabina y colaborado con artistas como Coque Malla o Pereza. Charlamos con el responsable de esta brillante adaptación de “La hija del aire”.
¿Cómo presenta esta versión de la pieza de Calderón que usted mismo firma?
Es Calderón, uno de nuestros autores esenciales, y es una de sus mejores obras: su carga dramática es tremenda, su historia es aleccionadora. Además, la dirige Mario Gas y es en el Teatro de la Comedia. ¡Perdérsela sería un error!
¿Con qué historia nos vamos a encontrar en el escenario?
La de la reina Semíramis, un personaje entre real y mitológico que habla del poder, la lealtad, la traición, las intrigas políticas, el amor, los celos... y sobre la belleza entendida como imán, pero también como trampa. La idea de la tentación, siempre tan presente en las obras de Calderón, llega aquí a su cumbre.
¿Cuáles son los principales temas y sentimientos que se respiran en esta función?
Los que acabo de nombrar y también la predestinación, dado que Semíramis es víctima de un mal augurio; la avaricia, porque a pesar de saber a lo que se exponen ella y cualquiera a quien conquiste, nada detiene su ascenso al poder; y la locura que provoca perder eso, el poder. Vista desde esa óptica, “La hija del aire” es de una actualidad sorprendente.
¿Quiénes y cómo son los protagonistas de “La hija del aire”?
Aparte de Semíramis, entre mis favoritos están el general Menón y el rey Nino. El paso de la amistad que los une a los celos que los separan es brutal. La hermana de Nino, Irene, enamorada y despechada. Los hermanos Licas y Friso, cuya suerte viene, va y cambia de uno a otro según los caprichos de la reina... Son muchos y ninguno de los que ha quedado en esta versión es prescindible: todos tienen una profundidad enorme y un gran peso en la trama.
Dice Mario Gas que esta función nos sigue hablando de lo inaudito y sorprendente del devenir humano. ¿A qué se refiere?
A su disección del deseo, el poder, la ambición, la lealtad y la deslealtad. Es una obra muy ambiciosa, compleja, redonda.
Bajo su punto de vista, uno de los grandes momentos de la obra se produce cuando…
Creo que lo mejor que puede decirse es que uno no sabría con cuál quedarse. Hay muchas escenas tremendas: la lucha entre Menón y Nino por Semíramis, las que ella tiene cuando intenta justificar su ambición desmedida, el momento en que Nino la descubre y se siente atravesado por su magnetismo, la llegada de Ninfas, su hijo y los celos que provoca en ella, su plan para suplantarlo... Casi todo, si soy sincero.
¿Y esa frase que bien podría enmarcar por su fuerza, significado o belleza?
Sin revelar los misterios de la obra y de esta versión, quizá cuando se cuenta por qué Semíramis se llama como se llama y qué significa su nombre.
Como alegato final, ¿qué hace de este estreno una fantástica opción para el público teatral?
Es una de las mejores obras que se han escrito jamás. Y espero que mi versión, que ha supuesto una reescritura integral del original, respetando el argumento, los personajes y hasta los metros, pero adaptando el verso a nuestros días y limpiándolo de retórica, esté a la altura y facilite la comprensión de este drama inolvidable.