Publicado el 01 de Mayo de 2018
Entrevista a Darío Facal por El corazón de las tinieblas
Obra: El corazón de las tinieblas
La obra tiene mucho que ver con que somos incapaces de mirar la situación que tiene lugar en el tercer mundo, porque no podemos comprenderla
Cargado de poética visual y compromiso moral, este consagrado director se atreve con la adaptación de la mítica novela de Joseph Conrad y nos invita a reflexionar acerca de con qué derecho nuestra sociedad interviene y civiliza por interés propio. Arropado por un elenco artístico formado por Ernesto Arias, Ana Vide, Kees Harmsen y José Luis Franco, charlamos con el artifice de éxitos como “Las amistades peligrosas” y “El burlador de Sevilla” para adentrarnos en la historia más oscura del continente africano.
¿Qué caracteriza esta particular versión que firma?
La cantidad de capas que tiene. Por un lado, es una recreación ficticia del viaje que el propio Joseph Conrad realizó en 1890 y el testimonio de la matanza que tuvo lugar allí a manos de Leopoldo II. Por otro, es un viaje metafórico que presenta ciertas resonancias con “La Divina Comedia”. Además, se ha leído desde un punto de vista psicológico, como un penetrar en la oscuridad para enfrentarse a ella y poder salir, así como el reconocimiento del mal que nos constituye.
En suma, ¿cuál es el mensaje principal que se quiere trasladar?
El punto de fricción es cómo durante décadas se ha exportado marfil para crear adornos, teclas de piano, fichas de dominó… y cómo detrás de todos esos paradigmas de la gente civilizada hay muerte de animales, tragedias ecológicas y humanas, el cliché inevitable de los teléfonos móviles, todos los minerales de sangre como el coltán, que vienen de África hoy en día. Toda esa paradoja entre civilización y primitivismo sigue siendo profundamente vigente, por desgracia.
¿Quiénes y cómo son los personajes protagonistas de la pieza?
Marlow es el personaje que hace el viaje y vertebra toda la narración a través de sus ojos, descubriendo toda la crítica al imperialismo y el colonialismo regado por las paradojas que surgen de ello. Kurtz hace un tránsito desde el pensamiento europeo occidental a integrarse en el primitivismo original, en un reconciliarse con la naturaleza y el comportamiento primigenio. Y la prometida es clave, porque es el personaje bien intencionado que nos refleja a todos nosotros, que vemos el mundo desde aquí, incapaces de enfrentarnos con la contradicción, solamente posicionándonos desde preceptos morales incuestionables.
En su opinión, uno de los momentos clave de la obra se produce...
Cuando Marlow regresa a Europa des-pués de haber visto el expolio por parte de los europeos. Se encuentra con la prometida de Kurtz para devolverle unas cartas que él le pide que le lleve y es incapaz de contarle a ella la verdad. De pronto, durante la conversación, renuncia a hacerlo al considerar que el relato es imposible. Él dice: “hubiese sido demasiado siniestro contar la verdad”. Creo que la obra tiene mucho que ver con que somos incapaces de mirar la situación que tiene lugar en el tercer mundo, porque no podemos comprenderla.
Además, la pieza cuenta con proyecciones, vídeo-creación, música en vivo...
Es la ruta por la cual hemos conseguido vertebrar todas las capas metafóricas y documentales de la novela para llevar a escena algo imposible, que es la literatura de viajes. A mí me parece que, ante la magnitud de la tragedia que ha tenido lugar en el Congo y la negligencia –puesto que sigue suce-diendo hoy–, quedarnos sólo en el nivel mítico y poético no era suficiente. Las pro-yecciones, así como la música, nos ayudan a que todo funcione de una manera orgánica sobre el escenario.
Aparte de “El corazón…”, ¿qué otros proyectos maneja actualmente?
Estrenamos ahora en mayo, en el Corral de Comedias, una versión reducida de “Hamlet” de 55 minutos interpretada por ocho mujeres con la que recibimos muy buen pulso del público en la Noche de los Teatros. Va a ser muy bonito y divertido.