Publicado el 01 de Febrero de 2019
Entrevista a Fernando Gil por El idiota
Obra: El idiota
El mundo de Dostoyevski a través de la mirada de Gerardo Vera se convierte en un viaje a los instintos más radicales del ser humano. Hubiera sido de idiotas perderse esta aventura
Musicales, comedias, dramas, clásicos, en verso, en prosa, sobre las tablas, en la pequeña pantalla, en una grande, en España o en el mismísimo The Globe Theatre de Londres... Pocos secretos tiene ya la profesión para un Fernando Gil que lleva años compaginando géneros y medios y firmando excelentes trabajos siempre. Ahora repite con autor y director. A las órdenes del maestro Gerardo Vera, que le dirigió en “Los hermanos Karamázov”, también de Dostoyevski, encara al príncipe Myshkin. Y lo hace rodeado por un elenco de altura: Alejandro Chaparro, Ricardo Joven, Jorge Kent, Vicky Luengo, Marta Poveda, Fernando Sainz de la Maza, Yolanda Ulloa y Abel Vitón. Por V. R. Foto Andrés Rodríguez
Tras el éxito de “Los hermanos Karamázov”, repite con Dostoyevski y Vera. ¿Qué tiene de especial este tándem, dos maestros frente a frente quizás?
Sin duda. El mundo de Dostoyevski a través de la mirada de Gerardo Vera se convierte en un viaje a los instintos más radicales del ser humano. Luz y oscuridad deslumbran por igual. Hubiera sido de idiotas perderse esta aventura.
Aquella experiencia tuvo que ser tremendamente satisfactoria. ¿Qué significó aquel montaje y proyecto de formar una compañía estable?
Aquel proyecto significó muchas cosas. Fue el comienzo de grandes amistades, de grandes apuestas encima del escenario y, sobre todo, una vez acabado el proceso tan bestial de ensayos con Gerardo y la compañía, de sentirme capaz de enfrentarme a cualquier reto que me pongan delante.
Dicen que “El idiota” es una de las novelas más brillantes de Dostoyevski.
Es espectacular, enorme. La capacidad de Dostoyevski de sacar luz, belleza y armonía de cualquier rincón del alma humana por tenebrosa que sea es algo que todavía me cuesta creer. Pero cada vez que vuelvo al libro de nuevo me vuelve a asombrar. Parece imposible lo que consigue hacer con su relato.
¿A qué nos enfrenta, en qué llagas mete el dedo esta historia?
Es una manera de poner el alma de Cristo y de Don Quijote en un cuerpo real, de carne y hueso, para enfrentarlo a la sociedad más desalmada y furibunda y relacionarlo con las almas más dolientes y perdidas de su época.
¿Qué atractivo puede tener esta obra, situada en la Rusia de mediados del siglo XIX, para el espectador de 2019?
Lo más interesante para mí es el experimento que parece llevar a cabo Dostoyevski: Qué pasaría si dejas a una criatura pura, de ingenuidad y piedad infinitas y que dice siempre la verdad a todo aquel que se cruza en su camino, en medio de la vorágine de una sociedad deshumanizada y perdida.
Interpreta al príncipe Myshkin, ¿quién es, cómo es?
Es un ser completamente transparente, sin dobleces. Sufre el tipo más furibundo de epilepsia, lleva toda la vida que recuerda internado en un sanatorio para curarse y por fin le dejan salir de allí para enfrentarse al mundo, más o menos recuperado. Su deseo por relacionarse y conocer todo es infinito. Está completamente ilusionado por presen-tarse en sociedad.
Si le pido una frase que diga su personaje, ¿con cuál se quedaría?
Es difícil decidirse. Pero la más demoledora para mí es cuando ya no logra entender nada de lo que pasa a su alrededor y dice:
“Llevo mucho tiempo fuera de este mundo. Fuera de esta especie de espectáculo agotador que parece no tener fin y del que nunca me he sentido parte. Yo aquí no entiendo nada, ni a los hombres ni sus palabras. Desearía que me olvidaseis y que todo hubiera sido un mal sueño”.
Dice Gerardo Vera que Myshkin “podría convertirse en un monstruo de rencor y de deseos de venganza, pero el amor le salva…”. ¿Cómo es su relación con el resto de personajes?
La relación con cada uno de los demás personajes radica en el asombro constante que le provocan y en la capacidad de Myshkin de ver directamente la raíz del alma de la persona a la que mira a los ojos.
Háblenos un poquito del trabajo de Gerardo Vera, ¿qué les ha pedido, por dónde fluctúa su montaje?
Está haciendo un montaje tremendamente sensorial. Un aluvión de imágenes, de músicas que rozan lo operístico, de interpretaciones basadas en la verdad y la organicidad actoral, pero sacadas de todo lo que sea convencional. Desde dentro tienes la sensación de estar dentro de una ópera que hubiese escrito Chéjov.
¿Y aparte de “El idiota”?
Estoy a punto de estrenar una película internacional, “La Cinta de Alex”, en la que interpreto a Alex, un aventurero de viaje por la India, en la que intenta recuperar a una hija de 12 años que no ve desde hace 10. Una aventura en inglés, hindi y español, que dirige una madrileña afincada en Washing-ton, Irene Zoe Alameda. Promete mucho.
A la conquista del mundo...
También acabo de estrenar una serie de producción japonesa en Amazon Prime Video, en España y en otros 180 países. Se llama “Magi” e interpreto a Felipe II, también en inglés. Parece que se me están abriendo fronteras, lo cual me hace muy feliz.