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Entrevista a Imanol Arias por El coronel no tiene quien le escriba

Publicado el 30 de Abril de 2019

Entrevista a Imanol Arias por El coronel no tiene quien le escriba

Obra: El coronel no tiene quien le escriba

 Es uno de los personajes que más amó García Márquez. El coronel es soñador, digno, idealista. Es una maravillosa novela

 “Nunca es demasiado tarde para nada”, dice en un momento el Coronel. “Ya hemos cumplido con esperar. Se necesita tener esa paciencia de buey que tú tienes para esperar una carta durante quince años”, le dice su esposa en otro momento. Abocado a la miseria, atormentado por un olvido parecido al menosprecio, vencido por la vida, mientras comparte penurias con una mujer enferma de asma, ambos “huérfanos de nuestro hijo”, el coronel, rebelde, esperanzado, quijotesco, aguarda la carta del Gobierno en la que le comuniquen la concesión de la pensión prometida por sus servicios durante la guerra. Mientras, la pareja comparte su pobreza con un gallo de pelea que, convertido en su única esperanza de supervivencia, pronto les enfrenta a un dilema: alimentar al animal o alimentarse ellos. Tres gigantes, Gabriel García Márquez y su magia, el director Carlos Saura –que se enfrenta a su segunda obra teatral tras “El gran teatro del mundo” en 2013– e Imanol Arias –que volvió a las tablas después de 24 años ausente el pasado junio con “La vida a palos”– encabezan esta historia de amor y esperanza en un mundo miserable adaptada por Natalio Grueso. Cristina de Inza, Jorge Basanta, Fran Calvo y Marta Molina completan el reparto. Por VANESSA RAMIRO. Foto JAVIER NAVAL
 

Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, más de cuatro décadas como intérprete imprescindible dentro y fuera de nuestras fronteras… ¿Aún se pone nervioso ante un estreno?

No, ya no. Excitado, porque estás haciendo algo que te apetece muchísimo, pero no nervioso. Espero que sea un día en el que se hagan las cosas bien y que tengamos buena concentración (risas).


 ¿Qué referencias tenía de “El coronel no tiene quien le escriba”? ¿Había leído la novela? ¿Había visto la película de Arturo Ripstein?

Leí la novela en su momento. Hubo una especie de descubrimiento general de García Márquez y me puse a leer más cosas que lo que había llegado hasta entonces a mis manos. Creo que coincidió con “La hojarasca”, que es otra gran novela. Y también vi la película, una película preciosa de Ripstein, una versión maravillosa, muy bien hecha, muy tierna. Había leído alguna vez sobre esa época de la literatura, determinados escritores latinoamericanos, cosas que me interesaban sobre la violencia, cómo se manifestaba la violencia que vivía el continente a veces con un realismo no periodístico, no directo.


García Márquez siempre pensó que esta obra era lo mejor que había escrito.

Es uno de los personajes que más amó, porque es soñador, digno, idealista y porque lo escribe en un momento en que su propia necesidad como escritor en París es de ser soñador, digno. Está escribiendo para un periódico que cierran continuamente, hay una situación muy convulsa en el país y él se sitúa fuera. Es una maravillosa novela y su personaje más maravilloso.


A priori parece una trama muy chiquitita, pero no puede ser más rica.

La historia transcurre en un marco temporal de tres meses. El coronel lleva 15 años esperando una carta de pago de la jubilación. Es un viejo coronel que cuando se promulgó la ley le tocó el número 823. La ley fue revisada, pero no llega esa carta, no llega ese retiro, sentir que se puede sustentar con estar retirado. Tiene a su mujer enferma de asma, que no ha superado la muerte de su único hijo. Él estaba en las peleas de gallos, criaba gallos, y, además, era asistente de un sastre. Ese pequeño ingreso hacía que el coronel y su mujer fueran viviendo muy sencillamente. De Agustín cuando lo matan, que lo matan las intrigas y la envidia, heredan un gallo, el mejor gallo de pelea del departamento, vale mucho dinero, pero tienen que alimentarlo. La muerte de Agustín hace que no tengan dinero apenas para nada y la alimentación del gallo se enfrenta a su propia alimentación. “Vamos a tener que terminar alimentando el gallo con nuestros higadillos, con nuestra carne, porque no nos queda nada”.


Muy duro...

Ese es el dilema entre la ilusión del coronel de que lleguen las peleas de gallos, de rendir tributo a su hijo, de salir adelante, de esperar la carta... y el mundo de su mujer, que vive en el pasado, anclada en el dolor por la pérdida de su hijo. Todo son referencias a cómo ha cambiado el mundo, a lo que era, a lo que éramos.


Muy dura y cargada de poesía...

Es una obra muy poética, con una adaptación de Natalio Grueso muy exquisita a nivel del texto. Tiene un estilo muy escueto, en el que la palabra teatral se carga de imágenes para limitar a lo mínimo la intervención del narrador, que siempre es necesaria en estas traslaciones de la novela.


Interpreta a un coronel con una pa-ciencia infinita, quijotesco, de carácter…

Es un hombre que siempre ha sentido que en la vida hay que arriesgarse y que hay unos valores por los que luchar. A él como militar le corresponden los valores de la república, de la libertad, de la democracia… Aunque últimamente se da cuenta de que esos valores que sirven para levantar el ánimo y para tener una conducción en la vida a veces se convierten en otra vez lo mismo. Las cosas cambian para que todo siga siendo lo mismo. Y tiene la sensación de que vive en un estado de sitio per-manente, como que se han olvidado de vivir con normalidad. Y en ese sentido es un so-ñador y es un hombre con mucha dignidad. Fue coronel muy joven y ahora lo que espera es cuidar de su mujer, superar lo de su hijo, que él lo hace a través del gallo, un símbolo de resistencia popular, es el pueblo, son las ilusiones que se manejan una vez al año…


Hay otro personaje clave para dibujar al coronel que es el de su esposa...

Es una mujer enferma, que no ha superado la decadencia. En la violencia en la que viven, la escasez, la falta de su hijo la remontan siempre a otras épocas. Es una mujer que habla mucho de que las cosas ya no son como eran, de que todo se pudre, como ella misma, de que todo se queda estancado y que nada progresa. Es una mujer muy lúcida y que por momentos consigue que el coronel rompa su ritmo de espera, de aguante, de estoicismo y lo implica un poco más en la vida. Hace mucho por vivir, a pesar de estar enferma. Es un personaje hermosísimo.


Si le pido una frase del coronel...

“Da igual, no hace falta conocer el mar para tener nostalgia de navegante. Además, de niño conocí a Negro Marín Duque, que era marino experimentado por varias generaciones de antepasados suyos que gobernaban las velas, seducían a las sirenas y mandaban en las mareas”.


¿Cómo es el Carlos Saura que se ha encontrado en la sala de ensayos?

Es un artista completo. Tiene mucho conocimiento de la luz, de la pintura, del cine, de la danza, de la fotografía (risas). Es un hombre que va con una cámara de fotos continuamente, fotos que hace manualmente. Me he encontrado un artista, un director que toma decisiones. Es muy curioso en su trabajo con los actores porque él confía mucho en la propuesta que tú hagas para analizarla. Es un hombre que te deja volar y luego te mete dentro de su cuadro y de su pintura. Es muy divertido, muy creativo y muy inteligente. Es un gran artista.


El pasado mes de junio volvía al teatro con “La vida a palos” tras casi 25 años de ausencia y ahora se sube de nuevo a las tablas. ¿Ha vuelto el veneno del teatro o nunca se fue?

No, no se fue, pero es complicado. Intento hacer cosas que me gusten y seguir trabajando con ilusión. Y este proyecto... ya estaba muy en marcha, pero había que remontar porque se había quedado parado. Me vino y no lo pensé, la verdad. Me hizo mucha ilusión retomar algo y hacer ese homenaje al maestro Juan Diego que estrenó esta obra.


¿En qué más anda Imanol Arias?

Terminada la temporada de “Cuéntame”, hasta finales de agosto no volvemos a grabar y por medio tengo unos días de rodaje de la película de “Velvet”. Nada más, estrenar y estar dos meses en Madrid y disfrutar la función. Vivir el teatro, la ceremonia de trabajar en el teatro, y después vamos a viajar a muchos sitios con la obra.

 

 
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