Revista teatros

 Sentado, un personaje sumido en tristes pensamientos tiene una mano apoyada en la cara. Su cabeza se precipita hacia la tierra, ladeada, sin expresión… Así da comienzo esta criatura escénica que logra llenar de misterio y movimiento las tablas del Kamikaze. Acompañada de su partenaire –el bailarín Davidcarome–, charlamos con la artífice de esta deliciosa criatura sensorial, la misma que Barrero moldeó en una residencia de creación concedida por la Compañía Nacional de Danza y que hoy supone una interesante muestra para descubrir la esencia de dlcAos, la compañía que lidera.

¿Qué es ‘zèbre’ como término, qué significa?

'Zèbre' es el término coloquial francés para 'bicho raro', ‘friki’. De una manera cariñosa, también se llama así a personas altamente, emocionalmente, sensitivas. Me interesa la incomprensión social que esto genera provocando, a veces, una incomuni-cación emocional e intelectual que ocasiona en la zèbra un estado de melancolía permanente.

¿Qué propone este espectáculo?

La experiencia de la no indiferencia ante el sufrimiento del otro, del amor por lo que nos define como humanos, una especie de misterio estelar inexplicable. Reclama el conocimiento ajeno a la propiedad privada. Lo bebemos y lo damos a beber, nos atra-viesa, llevándose consigo algo de nosotros mismos que, a su vez, se impregna en el otro. Para mí un acto de amor y consuelo perfecto. Ésto nos hace libres, y a veces también, nos deja inmensamente solos. ”Zèbre” es la melancolía que provoca comprender qué es ser libre.

¿En qué está inspirado el montaje y cuáles son sus referencias?

La pieza está inspirada en genios de la cultura y el pensamiento universal cuyas biografías y obras son para mí síntomas externos de la 'patología' que parece que es 'ser diferente'. Leonardo, Durero, Cocteau... los ‘diferentes’ son los antepasados de la zèbra de hoy. Es comunicar su voz por medio de la danza y reivindicar lo diferente como esencia desencadenante de acercamiento entre seres humanos diversos, frente a la homogeneidad del no criterio.

¿Qué sensaciones quieres desprender con esta propuesta?

Me gustaría que fuese un intercambio emocional público, recíproco, que quien mire se sienta acompañado por un rato y se lo lleve a casa. Alguien escribió que sólo nos gustan los libros en los que nos reconocemos. Pero no sé, cada persona es un her-moso universo diferente capaz de vivir cosas muy distintas ante los mismos estímulos. Eso también me gusta.

Sobre el escenario vamos a ver a dos artistas –Davicarome y usted misma–. Háblenos de ellos...

Los personajes son melancolía profunda. Me interesaba la dirección de las miradas del melancólico en la iconografía tradicional. Ojos al suelo, mirada perdida. Después fui descubriendo otros matices. El personaje de Davicarome es la melancolía de contemplar un cielo estrellado, es aire. Su melancolía es la de quien mira buscando una estrella que nunca será vista, porque nunca ha existido. Ella sí clava los ojos en tierra.

¿Cómo conectan estos personajes?

Como un árbol cósmico que hunde sus raíces y extiende sus ramas. Cielo y tierra para comprender el Todo. Una osadía bien asimilada.

¿Cómo es la danza de “Zèbre”?

Creo que el movimiento es un lenguaje abstracto al que la emoción regala un sentido explícito. Me gusta contar un cuento. El movimiento, la danza en dlcAos, siendo la primera herramienta de expresión, no es el primer motor. “Zèbre” es un compendio de disciplinas mezcladas que tienen el movimiento como hilo conector, pero detrás de cada gesto hay un cuadro, un texto, el pensamiento de algún filósofo, un fotograma de una película, una conversación con un amigo...