Publicado el 01 de Enero de 2019
Entrevista a Pepe Viyuela por El sielncio de Elvis
Obra: El silencio de Elvis
El mundo de la enfermedad mental está lleno de prejuicios. Lo mejor para acabar con ellos es acercarse al problema y normalizarlo
Inolvidable en su papel de la serie televisiva “Aída”, irresistible como payaso que no conoce fronteras, dester-nillante bajo la piel de Filemón y rotundo cuando de un rol dramático se trata sobre las tablas de un gran teatro romano. Este popular artista se atreve con todo. Su última aventura escénica le coloca en la sensibilidad de un padre al que le toca lidiar con un problema: la enfermedad mental de su hijo. Charlamos con este fantástico actor, poeta y humorista para descubrir las claves de esta historia de estigmas y miedo a lo desconocido. Por Ana Villa.
• ¿Qué historia traslada “El silencio de Elvis” y qué sentimientos destila?
Trata el tema de la enfermedad mental y el impacto que provoca, tanto en la vida de quienes la sufren, como en la de quienes les rodean. En la función vemos cómo el en-torno familiar se altera y modifica cuando uno de sus miembros lo padece. Se atiende tanto a la parte íntima de la vivencia como a la social y a las dificultades con las que pueden encontrarse los enfermos y las fa-milias a la hora de recibir cualquier tipo de ayuda. Y de cómo este aspecto afecta di-rectamente al anterior. Es un intento de sacar a la luz un tema muy presente en nuestra sociedad, pero del que hablamos poco y conocemos menos.
• ¿Quién y cómo es su rol escénico?
Interpreto a Vicente, el padre de familia. Es un hombre sencillo, con escasa forma-ción, pero lleno de humanidad. Desde su lugar vive y sufre la enfermedad de su hijo como algo inesperado, sorprendente y desconocido que ha venido a cambiar y alterar la vida de toda la familia. Se trata de un hombre desbordado por lo que ocurre a su alrededor, que quiere hacer todo lo necesario para ayudar a su hijo, pe-ro que se ve impotente ante las circuns-tancias. No deja de luchar hasta el final y de querer acompañarle en el difícil camino que le ha tocado recorrer.
• ¿Cómo es su hijo en la ficción?
Vicent –Elías González– sufre esquizo-frenia. A través de él vemos las consecuen-cias de sufrir en carne propia la enfermedad, así como su lucha constante por superarlo.
• ¿Y el resto de personajes?
Vicenta, la madre –Susana Hernández– es una mujer humilde que se debate entre el gran amor a su hijo y las dificultades de convivencia que provoca su enfermedad. Sofía, la hermana –Sandrá Ferrús / Con-cha Delgado– vive el conflicto que se produce al querer llevar adelante su propia vida y el deseo y la obli-gación que siente de querer ocuparse de su hermano. Y por último están Fer-nando, el terapeuta, que representa la parte externa a la familia, el mundo profesional y médico que rodea a los enfermos mentales, y Elvis, un per-sonaje que únicamente está en la mente de Vicent, y en el que quedan reflejadas sus aspiraciones y sus ilusiones –ambos interpretados por Mar-txelo Rubio–.
• Toda la función está atravesada por una gran intensidad emocional. ¿Qué escena logra estremecerle cada vez que la realiza?
Una en la que se condensan y se inten-sifican tanto el sufrimiento como el amor que sienten los personajes, unos por otros, es la de la noche en la que los padres no pueden dormir y son interrumpidos en su conversación por Vicent. El grado de tensión que se alcanza y la ternura con la que está resuelta me parece que la convierte en una de las mejores escenas que he podido inter-pretar nunca.
• La pieza nos sumerge en el des-conocido mundo de la esquizofrenia. ¿Qué ha aprendido del tema?
He podido ver que cada historia es un mundo diferente, que el mundo de la enfermedad mental está lleno de prejuicios por parte de quienes lo vemos desde fuera y lo mejor para acabar con esos prejuicios es acercarse al problema y normalizarlo. Los vacíos que existen en los procedimientos seguidos para tratar la cuestión desde la administración y la falta de sensibilidad y de adaptación a las circunstancias concretas de cada caso ponen muchas veces a las fami-lias y a los enfermos en situaciones límite. Esta función está llena de estímulos para el espectador, sobre todo para aquél interesa-do en vivir una experiencia que vaya más allá del entretenimiento.