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Entrevista a Aitana Sánchez-Gijón por La vuelta de Nora

Publicado el 29 de Marzo de 2019

Entrevista a Aitana Sánchez-Gijón por La vuelta de Nora

Obra: La vuelta de Nora (Casa de Muñecas 2)

 Nora refleja lo que nos pasa a las mujeres en nuestra sociedad: las conquistas son muchas, pero son todavía más las que quedan por conseguir

Si la elegancia personificada tuviera un nombre, sin duda sería el suyo, y es que sobran las presentaciones y las cualidades artísticas para comprender que el papel protagonista de “la mejor obra de la temporada en Broadway” según en New York Times estaba destinado para ella. Charlamos con esta inmensa intérprete acerca del regreso más esperado que Henrik Ibsen dejó en el aire hace 150 años y descubrimos las claves de esta secuela firmada por Lucas Hnath y dirigida en nuestras tablas por Andrés Lima. Roberto Enríquez, Elena Rivera y Mª Isabel Díaz Lago completan un elenco dispuesto a llenar de reproches, pasiones y puro sentimiento el escenario del Bellas Artes. Por ANA VILLA
 

¿Qué historia plantea “La vuelta de Nora” y qué grandes temas y sentimientos pone sobre la mesa?

Comienza con el regreso de Nora 15 años después de dar el famoso portazo en “Casa de muñecas” y plantea qué es lo que ha logrado en esos 15 años de ausencia, en qué mujer se ha convertido, pero también qué es lo que ha sucedido con los demás personajes de su vida. Plantea que las heridas emocionales siguen abiertas: esta es la ocasión de enfrentarse a ellas y escuchar las razones y los dolores de cada uno de los personajes.


 

¿En qué se basa el caos emocional que caracteriza a Nora al comienzo de la función?

No sé si es un caos emocional lo que está viviendo Nora, porque ella tiene las ideas bastante claras. Cuando regresa a la casa de la que se fue lo hace motivada por un descubrimiento que le desestabiliza completamente la vida que ha logrado armar, esa independencia y esa libertad que ha conseguido conquistar, porque ha descubierto que nunca obtuvo el divorcio que teóricamente había pactado hacer con su marido –en esa época eran los hombres los que tenían derecho a pedir el divorcio.

Las mujeres sólo podían hacerlo en caso extremo, si podían demostrar que habían sido maltratadas, si habían sufrido una enfermedad contagiosa por parte del marido, etc). Entonces, Nora nunca obtuvo ese divorcio y, por lo tanto, ha vivido estos 15 años como una mujer libre siendo una mujer casada, lo cual era delito. A eso se enfrenta Nora: al desconcierto y al peligro de que su nueva vida corre el riesgo de desbaratarse por completo e, incluso, acabar en la cárcel.


 

Lucas Hnath ha tomado el relevo de la obra de Ibsen logrando un taquillazo de temporada en Broadway. ¿A qué cree usted que se debe este éxito?

Llevamos de gira desde octubre y el público lo que nos devuelve es que le remueve mucho este texto porque, esos 15 años, son en realidad los 150 años que han pasado desde que Nora dio el portazo. En estos 150 años, como sociedad, hemos avanzado mucho. Las mujeres hemos conquistado muchos derechos y hemos llegado a una igualdad teórica. Hablo de occidente, por supuesto, ni hablar de otros lugares del mundo.

Y esto es lo que le pasa a Nora: ha conquistado muchos terrenos, pero no es libre del todo, todavía tiene que seguir batallando por ser una mujer realmente libre. Es lo que pasa en nuestra sociedad: las conquistas son muchas, pero son todavía más las que quedan por conseguir.

Además, la función analiza la relación de los personajes de manera muy profunda y compleja, como somos los seres humanos. Nora no es una santa, es una mujer de carne y hueso que ha sufrido mucho pero que también ha provocado mucho sufrimiento. Escuchar y entender las razones de cada uno de los personajes hace que la función sea mucho más interesante, plantea sombras y luces en ellos. Y esa es la función del teatro y del arte: ponernos el espejo delante y reflejarnos como sociedad con todas nuestras complejidades y contradicciones.

Nora refleja lo que pasa en nuestra sociedad: las conquistas son muchas, pero son todavía más las que quedan por conseguir.


En profundidad: ¿quién y cómo es su personaje en la función?

Nora es una mujer totalmente transformada. No tiene nada que ver con la mujer que dio ese portazo, esa mujer alienada y perdida que necesitaba salir de ahí, dejar toda su vida atrás, porque estaba en peligro de muerte realmente. No podría haber seguido viviendo en esas condiciones. Como acto de supervivencia tuvo que dejar su vida atrás.

Esta Nora que encontramos 15 años después ha sufrido mucho por el camino, ha tenido que renunciar a cosas muy dolorosas, pero finalmente ha encontrado su propia voz. Defiende con uñas y dientes el terreno conquistado. Ha necesitado mucha disciplina para pasar por encima de sus sentimientos y pensar que era lo mejor para todos.

Lo que quiere dejar como legado a esos hijos que no ha criado es una sociedad más justa y mejor para todos, luchando por acabar con la desigualdad entre hombres y mujeres.


¿Quiénes y cómo son el resto de personajes?

Tolvald es un hombre también muy diferente al hombre arrogante y condescendiente que conocemos de “Casa de muñecas”. En estos 15 años, él ha reflexionado sobre lo que pasó pero, también, ha sido incapaz de asumir de cara a la sociedad en la que vive que fue abandonado por su mujer. Ha vivido en una mentira y en una apariencia social para salvaguardar su honor pero, internamente, todo ese sufrimiento le ha hecho convertirse en un hombre distinto.

Cuando reaparece Nora, aunque los enfrentamientos entre ellos dos son brutales, hay un reconocimiento de que quizás él  tampoco estaba contento con el rol que le había tocado jugar. Creo que eso refleja bastante la situación en la que se encuentran muchos hombres, que han heredado un modelo de comportamiento en la sociedad, en la familia, en el trabajo y frente a los demás hombres que para ellos es también una prisión.  Él se plantea que, quizás, sea momento de aprender a comportarse de otra manera, que necesita entender cuál es el nuevo modelo de comunicación y de convivencia. Entonces, vemos a un Tolvald desconcertado pero que, también, se cuestiona a sí mismo.

Anne Marie ama profundamente a Nora porque la crió, es como una madre.  Su vuelta le emociona profundamente pero, por otro lado, ella ha sido la que ha tenido que mantener ese hogar en pie, criar a esos tres niños, sostener a Tolvald en el abandono. Nora vuelve pretendiendo muchas cosas y lo que Anne Marie intenta es encontrar una vía para solucionar las cosas salvaguardando el frágil equilibrio que han logrado armar entre todos a partir de la ausencia de Nora. También tiene mucho dolor acumulado y mucho reproche hacia ella. El amor sigue ahí, pero también le quiere poner un límite para que no siga haciéndoles daño.

En el caso de Emmy –su hija–, ella le cuenta a Nora que se siente afortunada en el fondo porque, gracias a su ausencia, ha tenido unas vivencias difíciles que le han hecho fuerte y resolutiva, por lo que se siente especial frente a otros niños que no tuvieron esa circunstancia. Defiende con orgullo que no la necesita. Además, Nora se encuentra con una Emmy que defiende con uñas y dientes una serie de principios en los que la misma Nora creía de joven: el amor romántico, el matrimonio para siempre… cosas que ahora Nora cuestiona desde su nueva posición.


Una de las escenas más llamativas o intensas de la pieza se produce cuando…

¡Toda la función es una bomba de relojería! Son escenas de a dos que se producen como en un ring, como en una pequeña cajita claustrofóbica de Pandora que se abre y por la que estallan un montón de sentimientos que han estado en letargo durante tantos años.


¿Y esa frase del texto que disfruta mucho cada vez que la pronuncia?

“Estamos todos sometidos a estas normas nefastas, porque eso es lo que son, Emmy, ¡nefastas!, y yo no estoy dispuesta a seguirlas, esta es mi oportunidad de cambiar las normas, porque dentro de 20 o 30 años el mundo no va a ser el lugar que yo digo que va a ser, a menos que sea yo quien empiece a cambiarlo”.


En suma de todo, ¿por qué considera altamente recomendable este estreno y para qué clase de público va dirigido?

Porque nos habla aquí y ahora de una realidad que aún seguimos viviendo, que está en el ojo del huracán de nuestra actualidad, y lo hace de una manera compleja, intensa, emocionalmente de alto voltaje y con un lenguaje muy moderno, aunque nos remita a una época pasada. Andrés Lima ha cogido la esencia de este texto y ha hecho una pequeña joya, un reloj perfecto que funciona al compás de las emociones y sentimientos encontrados de todos los personajes.

Yo creo que va dirigida a cualquier persona que viva alerta y conectada con el mundo que nos rodea, para todo el que se plantea cómo hacemos para encontrar un lenguaje nuevo de comunicación y de convivencia entre nosotros, derribar las barreras heredadas.


Al margen de esta función, ¿podemos verla actual o próximamente en algún otro proyecto? (ya sea en teatro, TV o cine)

Estoy inmersa desde hace más de un año en un proyecto que es un proceso de trabajo de creación junto a Chevy Muraday. “Juana” es un espectáculo de teatro-danza que estrenaremos en otoño en Valladolid y luego en el Teatro Español en diciembre. En él, a través de las voces de muchas Juanas de la historia (como La Loca, de Arco, la Papisa) hacemos un espectáculo en el que yo voy a utilizar mi cuerpo en la medida en que me deje expresarme y mezclarme en esa danza con la palabra.

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