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Entrevista a Anabel Alonso por La Celestina en el Teatro Reina Victoria

Publicado el 01 de Abril de 2024

Entrevista a Anabel Alonso por La Celestina en el Teatro Reina Victoria

Obra: La Celestina - Teatro Reina Victoria

 “Nadie hay tan viejo que no pueda vivir un año más, ni tan mozo que no pueda morirse hoy mismo”. El lema de Celestina es el carpe diem, disfrutar la vida

“¿Por qué te has ido?”. Llora Pleberio a Melibea cuando Celestina, ya muerta, aparece para responderle. Desconsolado responsabiliza al amor y a la vieja intrigante del suicidio de su hija tras la muerte de su amado, pero la puta alcahueta ha venido a explicarse en esta suerte de final alternativo con el que arranca la nueva versión de Eduardo Galán de uno de los grandes mitos de la literatura universal. Señores y criados. Mentira, codicia, ambición, deseo sexual. El amor y el dinero como motores del mundo. Comedia y tragedia. Quizás la mala no era tan mala como la pintaban, quizás contar la historia tal como ella la vivió explique muchas cosas... Valiente, comprometida y con un talento descomunal para transitar de la comedia al drama, Anabel Alonso, a la que hemos visto y amado en “Los ladrones van a la oficina”, “Siete vidas”, “Kika”, “Amar es para siempre”, “El enfermo imaginario”, “El eunuco”, “Lastres”..., ha aceptado el reto mayúsculo de meterse en la piel de un personaje tan complejo que se presta a múltiples lecturas. Por VANESSA RAMIRO. Fotos JUAN CARLOS ARÉVALO
 

“El flechazo”, “Tal para cual”, “Estoy por ti”. Que sea Celestina no parece casualidad...

Lo he pensado, yo era la actriz mejor preparada de este país para afrontar semejante personaje (risas). Una nunca sabe... En los trabajos, todo viene bien, nunca sabes dónde lo vas a poder aplicar.


Margarita Xirgu, Irene Gutiérrez Caba, Gemma Cuervo, Nuria Espert, José Luis Gómez... La experiencia la tiene, pero ¡menudo regalo y menudo reto, ¿no?!

Las dos cosas. Cuando me llamó Eduardo Galán para proponerme este papel, me quedé sorprendida. Sabía quiénes habían interpretado este grandísimo personaje, todas primeras actrices y un primerísimo actor. Le dije, “Eduardo, ¿tú estás seguro?” (risas) y dijo “Sí, sí, porque ya verás qué giro le vamos a dar”. Es un reto por eso y por el personaje en sí mismo, Celestina no es un personaje desconocido y, además, tan complejo y tan completo.


Un reto mayúsculo en su vuelta al teatro tras “El enfermo imaginario” con Josep Maria Flotats. ¿Lo echaba de menos?

Sí, la verdad es que sí. Para mí el teatro es la madre del cordero, es donde empecé, donde eché a andar. Realmente mi primera llamada de esta profesión fue que quería hacer teatro, lo de la tele y el cine me pillaba un poco más lejos. Y siempre me gusta volver.


Decía antes que le había dicho Eduardo Galán “verás el giro que le vamos a dar”. Cuéntenos cómo es esta Celestina.

Más que un giro, es una propuesta que realmente viene también en el original. Celestina está ahí. Es vital. Es una mujer a la que no se le pone nada por delante. Yo la califico como la primera pícara, es una superviviente. Ella tiene treinta oficios, a saber, costurera, hace maquillaje, remienda virgos, hechicera, puta vieja..., lo que se le tercie. Y tiene treinta oficios por si no funciona uno, tiene otro, es multifunción. Y, además, es una mujer que en esos años no depende de ningún hombre, también es, en ese punto y entre comillas, feminista, todo lo que se podía ser en aquella época. Una mujer que depende de sí misma y, al ser una superviviente, tiene que dar a cada uno lo que lo que necesita y lo que quiere. Y, además, siempre está esa imagen de la Celestina como medio bruja, una mujer a la que le echan la culpa de todas las desgracias que ocurren.


Esta versión comienza con Celestina y Pleberio en escena...

En esta versión de Eduardo se arranca con un flashback: Celestina ya muerta, siento destripar que muere (risas), se le aparece a Pleberio y él la culpa de todas las desgracias, de ser la causante de todos los males, como a lo largo de la historia lo han hecho todos los lectores y todo el público que ha visto la función. Y entonces Celestina dice: “Observa cómo ocurrió todo y juzga por ti mismo”. Y le muestra todo lo que ocurrió realmente cuando él no estaba. Y, sorprendentemente, ella no es la causante de nada, sino que le encargan un trabajo y lo hace lo mejor que puede. Es la única que cumple con su promesa, porque cada uno ahí va lo suyo.


Cada cual tiene sus motivaciones...

Sobre todo, el deleite corporal. Hay otra imagen preconcebida de Calisto y Melibea como si fueran Romeo y Julieta y nada más lejos de la realidad. Ellos no buscan más que gozar el uno del otro. Entonces, a Celestina Calisto le encomienda conseguir que Melibea caiga en sus brazos. Nada más. Y lo consigue, porque ella, que, al principio, es una mujer muy protegida por su padre, toma sus decisiones y elige lo que elige. También tiene ese punto de libertad, aunque luego, como estamos en el siglo que estamos, todos somos castigados y muere hasta el apuntador.


Celestina no sería Celestina sin Calisto, Melibea... ¡Está bien rodeada en escena!

¡Muy bien! El elenco es maravilloso. El trabajo consiste mucho en lo que te dan, en lo que recibes, y aquí estoy con Víctor Sainz, que hace un Calisto caprichoso, él quiere lo que quiere y lo quiere ya. Claudia Taboada hace dos personajes muy diferentes, Melibea y Areúsa, una de mis chicas, y los hace los dos de chapó; Beatriz Grimaldos, que interpreta a Elicia, otra de mis chicas, y a Lucrecia, criada de Melibea, que estuvo nominada a los Premios de la Unión de Actores; José Saiz, que hace la dupla de Pleberio y Sempronio, y David Huertas, que interpreta a Pármeno. ¡Lo de doblar papeles es muy complicado!


El montaje lo dirige Antonio C. Guijosa. ¿Con qué director se ha encontrado?

Con un director con el que siempre me he sentido arropada, nos hemos entendido muy bien y me ha llevado de la mano a afrontar este reto. Lo que más se agradece de la dirección es que da ideas, tú sobre eso trabajas y a su vez se las das a él, con lo cual es una creación de ida y vuelta. Es maravilloso. He disfrutado mucho y espero que podamos repetir.


“¿Cómo no disfruté más del gozo?”, se lamenta Melibea al ver morir a su amado Calisto. Al final la obra nos está diciendo que vivamos, que disfrutemos, ¿no?

Dice eso totalmente. El lema de Celestina es el carpe diem, disfrutar el día, disfrutar de la vida. Y la primera conversación que tiene con Melibea va un poco por ahí y dice: “Nadie hay tan viejo que no pueda vivir un año más, ni tan mozo que no pueda morirse hoy mismo”. Y tiene toda la razón. Primero, porque es algo que deberíamos llevar todos a cabo, pero justo en ese siglo, se abogaba por el ‘cuanto más sufras en esta vida, más disfrutarás en la otra’. Y Celestina dice que de eso nada, que vamos a disfrutar y que nos quiten lo ‘bailao’.


Alcalá, Olmedo, Peñíscola, Cáceres, Almagro, Bilbao, Valencia, Barcelona, Málaga... ¿Cómo han sentido al público?

La acogida está siendo maravillosa. Los teatros, llenos, que es una satisfacción, y ya una vez que acaba la obra, la acogida del público, estupenda, los aplausos y lo que les gusta. A la salida se me acercan muchos jóvenes y muchas jóvenes diciendo que es la primera vez que van al teatro y que les gusta mucho. Y eso que los clásicos tienen lo suyo: un lenguaje un poco más enrevesado, cosa que justo en esta en esta versión Eduardo, aun conservando los aromas del castellano antiguo, lo ha hecho muy asequible, y que no son obras cortitas. Es una satisfacción grandísima cuando te dicen eso.


¿Qué le quedará a Anabel Alonso de Celestina cuando cuelgue sus vestidos?

El carpe diem voy a intentar llevarlo a rajatabla. Aunque en el día a día nos perdemos en los pequeños problemas y se nos olvida, voy a intentar tenerlo más presente. Y ser muy buena profesional. Este rigor que tiene ella del trabajo bien hecho, eso también. ¡Ah! Y ella es la única que mantiene su palabra y cumple con lo que promete. Eso también es algo a tener muy en cuenta. ¡Casi nada! (risas). .

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