Revista teatros

Dicen que no hay dos sin tres y, tras el éxito de “La clausura del amor” y “Ensayo”, el dramaturgo francés Pascal Rambert regresa al Kamikaze con esta potente historia de dos seres salidos del mismo cuerpo pero profundamente dispares, con este tour de force lleno de verdad, de exigencia y de lucha, con este estremecedor momento de reproche y de amor. Bárbara Lennie –“El tratamiento”, “Petra”, “Obaba”– e Irene Escolar –“Vania”, “Blackbird”, “Un otoño sin Berlín”– son los dos talentazos elegidos para llenar de energía, piel y corazón este volcánico encuentro fraternal.  Por ANA VILLA.

• ¿Cómo describirían esta pieza y qué historia traslada?

BÁRBARA LENNIE: Es un combate entre dos hermanas que se están jugando, de alguna manera, el amor de su madre. Hace mucho que no se ven y tienen mucho que reprocharse y demandarse...

IRENE ESCOLAR: Es un encuentro entre dos hermanas que tienen muchas cosas que hablar y resolver. La pieza tiene un lenguaje muy particular, el de Pascal Rambert, que se basa en que la palabra es el motor, el arma, la herramienta de trabajo. Es la primera vez que tengo la sensación de que la palabra es un instrumento musical y no-sotras tenemos que afinarlo.

• Interpretan a Bárbara e Irene. ¿Cómo son estos dos personajes?

BÁRBARA: Bárbara es la hermana mayor. Es una mujer que trabaja en una ONG, una mujer fuerte y hecha a sí misma que, al menos en el vínculo con su hermana, se muestra implacable.

IRENE: Irene es una mujer que tiene una herida de infancia muy profunda que la convierte en alguien en tensión, muy soli-taria, con muchas carencias… muy herida.

• ¿Qué les dirían o harían las auténticas Bárbara e Irene a sus roles escénicos de la obra?

BÁRBARA: Les invitaría a casa a tomar una cervecita y les haría sentir bien, ¡porque ambas hermanas están ‘desequilibrés’! (risas). Les haría un buen plan para que se diviertan.

• Uno de los momentos más potentes y llamativos de la función se produce cuando…

IRENE: Creo que lo increíble de la función es que se mantiene en un nivel de tensión y energía brutal de principio a fin. Incluso en los momentos en los que se respira otra cosa, en los momentos de encuentro, hay una profunda carga de tensión. Es una hora y veinte minutos de aliento que casi no te deja respirar, de congoja.

BÁRBARA: Cuando escuchamos una canción y estamos calladas.

• ¿Y una de las frases más desgarra-doras que pronuncian sus personajes?

BÁRBARA: “Nunca quise tu empatía, nunca quise compartir algo contigo”. ¡Me parece muy fuerte que se lo diga!

IRENE: “Lo importante no es a quién se ama, sino sentir dentro que se está aman-do”.

• ¿Qué opinan de su compañera en escena, como actriz y compañera?

IRENE: Bárbara se ha convertido en mi hermana pero de verdad. Es una mujer con una capacidad de registros abismal, cargada de una verdad impresionante. Es sin duda una de nuestras mejores actrices y, tenerla en frente, hace que tú quieras ser mejor, equi-pararte a ella, estar a su nivel, lo cual hace que trabajes más, que saques lo mejor de ti también. Como compañera es generosa, tranquila, siempre a favor del otro y de gene-rar buen clima. Toda la tensión de la pieza está cargada de relajación, de muchas risas y mucho amor.

BÁRBARA: Me parece un privilegio estar haciendo esto con Irene. Creo que es una bestia escénica que, además, se está enfren-tando por primera vez a una cosa maravillosa pero muy difícil que es el universo de Pascal. Para mí, es como una fiesta verla cada día crecer y hacerse con el trabajo más propio. Estoy muy fascinada y admirada por todo lo que está haciendo.

• Ambas son grandes damas de las tablas del Kamikaze. ¿Qué tiene este proyecto para que logre su participación reiteradamente?

BÁRBARA: Yo tengo un vínculo con el Kamikaze desde hace muchísimos años. Empecé a trabajar más en teatro gracias a que Miguel del Arco y Aitor Tejada me incorporaron en la compañía. Este es un vínculo de amistad profesional y emocional. Si puedo aportar algo en todo este lío tan increíble que han montado del que soy fan, mucho mejor.

IRENE: Lo que pasa en el Kamikaze es algo que hay que cuidar y preservar. Venir aquí a ensayar –con todo lo que está pasando a nuestro alrededor a nivel político y social, que me genera un abismo tan grande– y sentir que tienes un espacio donde canalizar y donde puedes compartir tu trabajo con un grupo de personas que te escuchan en un momento en que se escucha tan poco, el encuentro tácito entre el actor y el espectador… aquí, en este lugar, ocurre de una manera mágica, porque está lleno de personas que, vocacional y apa-sionadamente, se desviven por sacarlo adelante. El Kamikaze es uno de los espacios de Madrid que hay que cuidar, mimar, formar parte y pelear porque exista.