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Entrevista a Javier Cámara y Pablo Remón por Vania x Vania

Publicado el 01 de Marzo de 2024

Entrevista a Javier Cámara y Pablo Remón por Vania x Vania

Obra: Vania x Vania - Naves del Español en Matadero

 Si Javier no hubiera podido hacer este Vania, creo que no lo habría hecho, Pablo

Este Vania me viene en un momento vital muy importante y pienso que todas las frases hablan de mí, Javier

Decía Chéjov que en la vida real la gente no está todo el tiempo disparándose, suicidándose, declarando su amor o diciendo cosas inteligentes, sino ocupada comiendo, bebiendo, coqueteando y diciendo cosas estúpidas. Y mientras tanto su felicidad está en juego o sus vidas se rompen en pedazos. Y un poco de eso hay en este Vania que el maestro de la renovación de la escena en España Pablo Remón –Premio Nacional de Literatura Dramática 2021– nos regala multiplicado por dos. Dos acercamientos posibles a una misma obra, que, quien lo desee, podrá ver seguidos el mismo día y encarnados por un reparto de auténtico lujo que encabeza Javier Cámara. El riojano, un poco chejoviano también en esto de parecer normal, cuando es un actor casi sobrenatural –atesora todos los premios habidos y por haber, entre ellos dos Goya y la Medalla al Mérito en las Bellas Artes– regresa a las tablas para reencontrarse con Remón, con quien hizo su último montaje y con un público que siempre espera su vuelta. Con ellos hemos charlado. Por VANESSA RAMIRO. Fotos VANESSA RÁBADE
 

Vuelven a coincidir después de “Los farsantes”. ¿Qué tal el reencuentro?

Javier Cámara: Nunca hemos dejado de estar en contacto. Me gustó tanto la experiencia que necesitaba seguir acompañando a este autor, director que me ha llevado al teatro de esta forma tan bonita y tan personal. No ha sido un reencuentro, pero sí el seguir caminando juntos y seguir descubriendo a este talento que se llama Pablo Remón.

Pablo Remón: Yo con Javier Cámara me voy al fin del mundo. No solo es un actor excepcional, sino una persona increíble. La energía y el talento que demuestra en los ensayos le convierten en el mejor aliado para un proyecto así. Si él no hubiera podido hacer este Vania, creo que no lo habría hecho.


¿Cómo surge esta idea tan inusual, esta doble aproximación a una misma obra?

Pablo: Desde hace tiempo tenía la idea de trabajar en Chéjov. Y, por otro lado, la idea de atacar un texto clásico desde dos aproximaciones diferentes, casi opuestas, como si fueran dos montajes hechos por dos directores diferentes. No sé por qué esa idea me resultaba atractiva. Tiene que ver con el juego, y quizá con el hecho de que soy Géminis.


¿Y qué se le pasa a Javier Cámara por la cabeza? ¿Cuánto tardó en decir sí?

Javier: La única vez que he dirigido algo en televisión ha sido con dos guiones de Pablo Remón. Trabajamos muy codo con codo y descubrí cómo era, cómo trabajaba y cómo sentía y me enamoró su manera de hacer y de escribir y de ver las cosas y el mundo. No dudé a la hora de “Los farsantes” y no dudé a la hora de “Tío Vania”. Sí es cierto que al principio me parecía que igual no era posible, que igual todo se quedaba en una sola función, pero no, al final ofrecemos dos.


Resulta difícil definir las obras de Chéjov, porque escribe la vida. ¿Las preguntas que nos hacemos siguen siendo las mismas 125 años después?

Javier: Chéjov es un clásico y como todos los clásicos nos sigue haciendo las mismas preguntas de siempre. Este “Tío Vania” me viene en un momento personal, vital y emocional muy importante y siento que cada una de las frases me interpela, me cuenta algo. Pienso que todas las frases de esta obra hablan de mí. Lo que hay que hacer con los clásicos es que nos interpelen ahora mismo y ver si hemos cambiado en estos 125 años. Y creo que, en cuestiones de amor, de sentimientos, de emociones, de relaciones, hemos cambiado muy poco.

Pablo: Las obras de Chéjov no hay que definirlas, hay que hacerlas. Los contextos cambian, pero los conflictos de los personajes son en gran parte atemporales. No hemos cambiado tanto, no. Si acaso, Chéjov intuyó que íbamos hacia un aislamiento interior.


¿Qué esconde “Tío Vania”?

Javier: Chéjov fundamentalmente habla de nosotros mismos, de la sociedad, de cómo sentimos. Sus personajes están vivos, los conocemos, son de ahora, son de hace mucho tiempo, pero siguen estando vigentes. Sus obras hablan de la familia, del amor, de las relaciones, de la relación con la naturaleza. Sobre todo, “Tío Vania” habla de los deseos, de lo que uno quiso ser y no pudo ser, de los sueños, los cumplidos y los que no se cumplen. Habla de todo eso mientras parece que no pasa nada y esa es la magia y el arte de Chéjov.

Pablo: El Vania original es una obra llena de tesoros. Habla de muchas cosas: los deseos insatisfechos, la inconsistencia de los personajes que nos creamos para andar por el mundo, el tedio, el trabajo, el deseo sexual, el amor... Pero lo más interesante es cómo anticipa cierto teatro del siglo XX. Es tremendamente moderna, y menos psicologista de lo que se suele pensar.


Dicen que de “Tío Vania” pueden hacerse numerosas lecturas. Ahora hay dos. Vamos con la primera: “Vania (versión 1)”.

Pablo: Es una reescritura del original. Mantiene más o menos el hilo argumental de la obra de Chéjov, pero está muy intervenida a nivel de texto: es una versión bastante libre, liberada de ciertos aspectos del original que a día de hoy nos resultan más ajenos. La puesta en escena es muy desnuda: lo hacemos todo con unas sillas, y poco más. Todo está centrado en el texto y en la interpretación.


¿Y cómo es “Vania (versión 2)”?

Pablo: Podríamos decir que son dos obras, a su vez. Una sucede donde el original: una finca rusa, finales del XIX. La otra sucede aquí y ahora. En una finca en Toledo, a día de hoy. Estas dos obras avanzan en paralelo y van dialogando. El espectador tiene que armar el puzle.


¿Cómo es ese proceso de buscar al mismo personaje dos veces?

Javier: Aunque los personajes supuestamente son los mismos, porque tienen los mismos procesos, sí ha sido curioso ver cómo los personajes evolucionan, cambian y tienen distintos matices en las dos versiones. De hecho son dos versiones por eso mismo, porque Pablo quiere seguir preguntándose cosas. A veces le parecía que simplemente plasmar una idea de una versión que había hecho como que se le quedaban muchas cosas en el tintero y las ha intentado meter en la segunda versión. Creo que son dos versiones que se interpelan entre ellas, que hablan entre ellas, que hay muchos puntos en común, pero que hay muchos otros que son distintos y sí, claro, los personajes cambian, pero eso tenéis que venir a verlo, a ver qué os parece. Yo todavía no soy objetivo con eso, soy muy subjetivo. 


¿Y cómo son estos Vania, Javier?

Javier: Todos los personajes de Chéjov son poliédricos, son personajes difíciles entre comillas, porque, en el fondo, todos nosotros somos difíciles de explicar, pensamos una cosa y al rato pensamos la contraria. Aparte de reconocibles, son personajes que están vivos, que sienten y sienten cosas diferentes. Y Vania es un hombre que se enamora, que siente que el corazón se le sale del pecho y que no sabe cómo explicarlo. Y a la vez está pasando un mal momento vital y... No sé, prefiero que vengáis a verlo.


Pablo, ¿y el resto de personajes?

Pablo: Los personajes viven en una especie de tedio, de limbo, en un verano eterno en el que el tiempo se disuelve. En ese aburrimiento emergen los deseos, que los animan y les dan vida, y al mismo tiempo los enloquecen. Luego todo pasa y queda la rutina y un silencio y una ausencia.


Y ellos son Juan Codina, Israel Elejalde, Marta Nieto, Manuela Paso y Marina Salas.

Pablo: Esta locura de proyecto, porque es una locura, solo podía hacerse con actores buenísimos, entregados a la causa y con mucho oficio. Todos lo cumplen, así que está siendo un placer. La presión nace de hacer dos obras en el tiempo habitual en el que se hace una. Todos somos conscientes de que es algo especial.


¿Qué hubiésemos visto si hubiésemos mirado por un agujerito alguno de los ensayos?

Javier: A seis actores y actrices que trabajan cada día con un amor por lo que hacen y con una cantidad de preguntas y una cantidad de dudas y una cantidad de resultados y de certezas que es una maravilla. El descubrimiento de Manuela Paso, a la que yo había visto solo como actriz y que me había fascinado su trabajo. Es una mujer incandescente, es una mujer en ebullición, es una actriz brillante, cada frase que dice es como si la hubieran escrito especialmente para ella. Después, Marina y Marta, qué decir de ellas, sobre todo porque son los dos últimos premios Max en categoría femenina protagonista ex aequo, se lo merecieron. Con Marina hice “Los farsantes”. Las dos son sobrenaturales y estoy fascinado con su trabajo. A Israel lo llevo viendo en un montón de espectáculos con una solvencia y con una seriedad entre comillas, porque he descubierto que es uno de los cómicos más disparatados de este país, es el tío más libre en el escenario que he visto desde hace mucho tiempo y me lo estoy disfrutando, porque cada día es diferente, distinto, divertido y es una sorpresa. Yo no sabía que era tan divertido este tipo y es un actor fantástico. Y con Juan... admiración absoluta, porque lo quiero muchísimo, porque trabajamos hace mucho tiempo en el María Guerrero en una cosa que se llamaba “The Real Thing” de Tom Stoppard junto a María Pujalte y siempre ha habido mucho cariño, he seguido sus pasos en la escuela, porque es un tipo muy comprometido con el trabajo y tiene un humor sarcástico maravilloso que me fascina porque es pura delicadeza y dulzura. Somos cada uno de su padre y de su madre, pero formamos un equipo muy bonito, que está emocionado por hacer estos dos Chéjov y por pegarnos la paliza que nos vamos a pegar en el escenario y por salir indemnes o, al menos, con muchísimas heridas y muchísimas cicatrices cada día, pero que el público nos cure 


¿Y qué va a descubrir un espectador que compre su abono para ver los dos espectáculos el mismo día?

Pablo: No sé qué impresión producirá ver la misma obra dos veces seguidas. Yo pensaba en los festivales de música, donde a veces puedes ver a un mismo grupo en formato pequeño, acústico, y otro día con toda la orquesta. Esa era mi idea. Creo que las dos obras son suficientemente diferentes como para que aporte mucho verlas seguidas. Y luego hay otro nivel: el evento de convivir con esos actores durante casi cuatro horas, verlos trabajar, estirar el tiempo. Eso lo tiene el teatro.

Javier: El espectador que compre el abono para el mismo día se va a pegar un viaje de ida y vuelta dos veces (risas) y, sobre todo, lo va a hacer con nosotros y yo creo que lo va a disfrutar. Son dos versiones, dos puntos de vista, dos puestas en escena muy diferentes, cualquier matiz cambia mucho de un personaje a otro. Tengo ganas de saber qué se siente y me encantaría sentarme como espectador y ver estas dos funciones también.


¿En qué otros proyectos andan Javier Cámara y Pablo Remón?

Pablo: Ahora mismo, se está representando en Italia Ciarlatani, la versión de Los farsantes que dirigí el verano pasado con Silvio Orlando. Este diciembre se reestrena Barbados en el Conde Duque, y estoy preparando una obra nueva para el año próximo, y a más largo plazo, una obra a cuatro manos con Pablo Messiez.

Javier: Realmente estoy en cuerpo y alma dedicado a este montaje. Este año lo dedicaré en cuerpo y alma a este montaje. Me apetece hacerme una gira de teatro con mis compañeros, me apetece estar en las naves del matadero haciendo este espectáculo, me apetece pegarme este viaje de meternos en en este “Tío Vania” de Chéjov, me parece que es una obra cumbre de la literatura y el teatro mundial y tener este privilegio de hacer estas dos versiones junto a esta gente tan bonita en este teatro tan mágico con estas dos versiones tan extrañas. y tan divertidas me emociona mucho. He dicho que no a todo lo demás y voy a dedicarme en cuerpo y alma a esto.

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